miércoles, 5 de marzo de 2014

SUEÑOSSS!!!

SUEÑOS I

De vez en cuando, suelo despertar en esos sueños coléricos... donde mi yo irresistible no perdona corazón disponible y tratando de subsistir entretenido, juega tonto a las muñecas con cuatro marionetas de madera y andrógeno en circulación...
Ahí es, cuando adolescente, el exceso de amor propio me traicionay las huecas extremidades con astillas me arrastran a la guillotina.
Perdón! Imploro desesperada...y mi suplica rebota en el pálido intento de la humildad perdida.
Furiosa la multitud de nada, alienta el triste espectáculo... y yo me siento Kirsten Dunst en la moderna y pobre versión de Maria Antonieta.
De los pelos me arrastra un monje. Me salva. Me enclaustra. Me mata.
Y en la celda gris del ocaso vespertino, me despiertan los llantos.
Los suaves y eternos llantos, de la diaria y enloquecedora rutina.

SUEÑOS II

Un vestido rosa, de ese mismo que impacta joven en la piel dorada.
Una figura quieta, y abrumadora de discretas pero femeninas curvas.
Una sonrisa tenue, pero desbordante de vanidosa alegría. 
Un mix de cabellos claros, de la tierra arcillosa y el sol de verano.
Una fiesta ajena, pero de contenido excitante.
Vaya época desconocida y acompañantes de rostros en sombra.
Pero al tiempo y a la lógica individual le daba totalmente por igual, la gema indiscutible de la corona, era solo mi arrolladora persona.

SUEÑOS III

Un bello ángel de tez liviana y transparente, jugaba ocioso con la sonrisa ajena. En la cínica armonía de su rostro apenas lograba distinguir la sucia imperfección de mi contenido inevitable, en el perfecto escándalo de berrinches, lograba rescatar el resto de la herenciaperdida.
Corriendo fue a aferrarse a las rodillas de esas cinco décadas femeninas repletas de tiernas miradas que aun me abrazan con el mismo cariño de siempre. Travieso jugaba luego, con esos varones que cuidan sus rulos rebeldes cuando yo le sueno de lejos...
Cómplice al final, la traviesa y ágil criatura enlazo sus pequeños dedos con los de aquella recia figura que los años endurecieron y los afectos resplandecieron. Pícaro le tendía el abrigo, para compartir una salida.
Inocente y huracán de esperanza, un solcito de bucles dorados y tez liviana, con la sonrisa pegada al alma, me espera cada nueva mañana.

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