miércoles, 5 de marzo de 2014

Cuando la aventura deja de ser un MUTUALISMO.

Hace un tiempo, por experiencia propia y en el análisis esporádico de las historias cotidianas que me reservan mis tan graciosas amistades y no tanto, termine por entender junto con el prologo de mi nueva materia, que el amor a veces, cumple las proliferas reglas de una mediocre pero exacta simbiosis.
Sí, una correcta asociación biológica, que en la base de una relación intima benéfica y necesaria,cuando las partes se separan, ¡se pudre todo!
El problema obviamente no radica en los beneficios o en la intimidad que se pueda llegar a generar, sino más bien, en la necesidad. Cuando de necesidades hablamos, son maleables las fisiológicas, ambientales o materiales... pero al diablo a pedirle garantía o reemplazo de las sentimentales.
Es por eso entonces, que en mi esquema experimental comencé a proponer otro tipo de asociaciones biológicas, perfectamente definidas y aplicables a la población animal en estudio.
Aquí vamos entonces, con las formas a considerar, (a ver con que se identifican):

1) Hay una variante torcida de la relación simbiótica descripta, y es tan común y ordinaria como la otra: el comensalismo, una simbiosis a medias, compartida por un (ser) vivo y otro que hace la vista gorda. El ser vivo se beneficia, no ofrece nada. Eso si, el de la vista gorda sabe, que no le hace daño. Lamentablemente si hay daño cuando no hay un feed back positivo equilibrado en este tipo de relaciones. De todos modos sobreviven mucho tiempo y no se nota demasiado la diferencia salvo para las partes que la comparten.

2) En el inquilinismo, se observa algo parecido. Sin embargo, en mi opinión, al menos la parte que se refugia temporalmente sin causar perjuicio, no obtiene ni exige, otro tipo de beneficios, que el comensal si. Quizás, sea un acuerdo tácito de compañía a cambio de un techo, pero sin más compromiso emocional que el contrato de alquiler sin fecha de vencimiento.

3) Y aquí vamos a la alternativa simbiótica mas desagradable señores; el “parasitismo”. Uno se beneficia y el otro sufre daños variables. Lindo para el parásito que come bien... y no sufre remordimientos! Esto no es aplicable a relaciones de tipo vertical, aclaro por si alguien se sintió identificado (tocado) en su dependencia emocional o económica con sus progenitores. No hay mucho que decir sobre este tipo de asociaciones, una de las partes es un (ser) vivo bárbaro con un aumento exponencial y desmedido de interés, y la otra, un pobre huésped que sufre de una progresiva y conciente idiotez.

4) Mi siguiente proposición, fue mi más reciente descubrimiento. El mutualismo. Semejante también a la simbiótica, pero sin el factor que la torna una alternativa... poco practica. A saber según los libros, ambos socios se benefician. Y digo punto, porque es una relación íntima, benéfica y punto. No es necesaria. Cuando los beneficios se agotan... a otra cosa mariposa!
Y con mi última forma mencionada, vagaba contenta en las líneas experimentales de este gran laboratorio...cuando de pronto, tuve la brillante revelación.
Este es un ciclo biológico que se acomoda para balancear probabilidades entre las partes a gusto casual, y el causal es un conjunto de caprichos, emociones y circunstancias variables que predisponen. El problema se ubica, cuando en ese constante ciclo de cambios casuales, el mutualismo decae en el mejor de los casos, en una indeseada simbiosis. Y digo en el mejor de los casos, porque lo más probable es que devenga en un inevitable comensalismo “aparente”, la única realidad es que finalmente termina siendo un parasitismo obligatorio y permanente, disfrazado de otra cosa.

Es por ello que llegando a una conclusión bien acorde con el titulo de mi blog, hay que tener muy en cuenta una condición insalvable, “el tiempo”.
Para que el mutualismo no deje de ser mutualismo y decaiga en deformes alternativas no deseadas, tiene que cumplirse un tiempo de vigencia “mínimo” que en el otro tipo de propuestas no
.

No debo esta conclusión entera a mi experiencia neta, sino mas bien al consejo sabio y si, puramente experimental de una amiga, que hoy en día, sobrevive atrapada en una relación simbiótica muy a gusto.

Bueno gente, si les agrada el mutualismo como propuesta de vida, a tener en cuenta el tiempo. Que si se les pasa la hora, los esta invadiendo la necesidad, al tacho el pragmatismo, y a llorarle a Gardel!
Firma: un hongo saprofito. 
Y ustedes que clase de asociación biológica:
a) viven?
b) sueñan?
c) creen la más aceptable?

Si tienen una sola alternativa para las tres... aplaudo su coherencia! Y urgente, me pasan la receta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario