miércoles, 5 de marzo de 2014

PARA LA LUZ DE MIS OJOS...

Algunas veces las cosas mas intimas, los sentimientos mas profundos, son los mas difíciles de expresar, quizás porque no son precisamente para compartir y otras porque, describirlos con absoluta fidelidad, resulta imposible.
Por ello, mas que expresar voy a contar lo que siempre hablo pero nunca escribo.
Cada vez que me encuentro una mañana, un ocaso, o en trasnoche, disfrutando el concierto de dos sonrisas (una propia y otra con la mitad de la misma carga genética), es inevitable que un diluvio de imágenes me inunde el corazón, y avive los recuerdos.
Aquellos que empezaron con lagrimas de incertidumbre y negación, y que poco a poco fueron alumbrando de esperanza y regocijo un principio distinto.
Hace poco tuve la oportunidad (por entrometida nomás) de escribirle unas líneas a una futura mama, y en el inicio de mis felicitaciones, surgió la necesidad de compartir la experiencia mas emocionante y maravillosa de mi vida. Con esa emoción de haber vivido un pequeño gran milagro tan inesperado como asombroso no pude menos que admitir que para mi, un hijo no solo ha sido el comienzo de un largo camino de responsabilidades y preocupaciones, sino la vivencia de un amor distinto. Un amor que bendice, que te da una felicidad que no se compensa ni se compara con otra cosa. Un amor que corrige, que reconstruye, un amor sano que encuentra fuerzas donde no las hay y te da luz en la oscuridad que sea, es una pequeña gran ventaja frente al resto de tus semejantes…¿Y por que una pequeña gran ventaja? La razón es que, el día que tengo una duda, grande o pequeña para avanzar, para decidir, para vivir, para lo que sea… solo tengo que preguntarme, ¿y esto le hará bien a mi hijo, es por/para su bien? Y listo! En la respuesta sincera, en el Si encuentro el aliento para seguir, en el No, la fuerza para rechazar…no deja lugar a grises, es una luz de 24 horas los 365 días del año…para cualquier tipo de emergencia.
Y ha sido así desde el día que supe de su existencia, a pesar de todos eso pensamientos negativos que pudieran arrancar impulsos desagradables, o planificar en la fuga de la desesperación una salida a semejante felicidad, jamás tuve una conciencia tan clara, tan persuasiva…desde entonces mi ángel, no ha dejado de obligarme a ser feliz.
Hace un tiempo leí que todos los seres humando tenemos (o deberíamos tener) como proyecto, la felicidad, y la felicidad significa la búsqueda del bien, de un bien mayor. Y esto, no es lo mismo que la búsqueda del bienestar y del placer indefinido.
Por eso mismo, aun, en la ausencia de tantos objetivos que quisiera concluir y alcanzar, me resulta fácil sonreír, me resulta accesible la felicidad. Tampoco soy una sonrisa de turno las 24 horas del día, soy un mar de lagrimas cuando el desahogo me exige una descarga… ¿pero quien no transpira al subir una montaña? No se puede llegar a la cima impecable y descansado, el objetivo no tendría razón de ser…tanto los ideales como el esfuerzo y el sufrimiento son necesarios cuando se aspiran a la realización de un proyecto, un verdadero proyecto.
Tome unas cuantas frases con respecto a esto que me marcaron bastante: “La patria del hombre son sus ilusiones” “Somos proyectos” “La vida es como un bracear de uno mismo con la realidad” y “me interesan los perdedores que han asumido su derrota y han sabido levantarse de ella”Y creo que esta última, se la regalaría a mi hijo en el momento en que sintiera el peso de su pequeño primer gran fracaso. 
“Es grande ver a un hombre crecerse ante el fracaso y que empieza de nuevo. Llegara el día si insiste con tenacidad a pesar de todo en que esa persona se vaya haciendo fuerte, rocosa, recia, compacta igual que una frontera amurallada. Sabiendo que por encima de la tempestad que ensordece el oleaje vibrante y amenazador, su rumbo esta claro, sus ideas siguen siendo conseguir los puntos de mira iniciales. AHÍ SE INICIAN LOS HOMBRES DE VUELO SUPERIOR. Que no son los que siempre vencen, sino los que saben levantarse…” (Enrique Rojas)
Supongo que el hecho de empezar a ser madre sin querer, me obligo a un “conocimiento subterráneo” a desempolvar la casa, abrir las ventanas y barrer las telarañas, no se puede intentar dar luz en las tinieblas ni brindar inmunidad en la debilidad y la inmundicia.
Esto no es nada nuevo, es lo mismo que solemos decir todos los días una y otra vez, ver lo bueno de lo malo y hacer algo provechoso con ello.
Y el ejemplo mas claro que tengo en mi cuarto de siglo vivido, es el fracaso de una relación amorosa, que no hizo menos, que dejarme el regalo mas hermoso, un angelito cuyo amor es el motorcito impulsor en la búsqueda de esa felicidad a la que había renunciado tan pronto y sin razón alguna. Ahora entonces, una felicidad para compartir, para y por los dos.

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